Hombres gays amenazados en Cancún

La discriminación a la comunidad LGBT+ en nuestro país dista mucho de poder acabarse. Actos homofóbicos que van desde insultos y rechazo hasta agresiones físicas o asesinatos. En esta ocasión, dos hombres gays fueron amenazados en Cancún, Quintana Roo.

El pasado 26 de mayo del 2019, Luis Carrillo originario de Gómez Palacio, Durango y un amigo de origen venezolano fueron víctimas de una amenaza de muerte en Cancún, Quintana Roo por su orientación sexual. Esto es lamentable, pues Cancún es considerada una de las playas más gay-friendly del país.

Fue durante las vacaciones

Actualmente Luis Carrillo, de 22 años, radica en Montreal, Canadá. Para arreglar su status, tuvo que regresar a México. Durante su estancia en el país, aprovechó algunos días libres para irse de vacaciones a Cancún. Allí vería a un amigo de 26 años. Cuando llegaron a la playa decidieron nadar un rato. Estando sentados a la orilla del mar, su amigo le dio un beso, mismo que Luis decidió corresponderle.

A unos metros de ellos, un grupo de señores, de entre 40 y 45 años, se encontraban en un yate. Al percatarse de los dos hombres gays, uno de los señores empezó a nadar hacia donde se encontraban Luis y su amigo. Sin embargo, al aproximarse a ellos les empezó a lanzar varios insultos homofóbicos y despectivos:

«Uno de ellos se baja [del yate] y nada hacia nosotros. Cuando llegó nos empezó a decir “putos maricones, lárguense de aquí, es un lugar público. No estén haciendo sus marranadas”. Era obvio que nosotros no estábamos haciendo nada malo».

A punta de pistola

La situación no quedó solo en insultos, pues el señor haría indicaciones a otros hombres que se encontraban en una casa cercana para que se unieran a la agresión.

«Les dijo: “Vengan a ayudar a sacar a estos hijos de su puta madre de aquí“».

Para evitar que el problema se hiciera mayor, los dos jóvenes decidieron recoger sus pertenencias y dejar el lugar. No obstante, en ese momento Luis recibió una advertencia de su compañero: el señor estaba apuntando directamente a la cabeza de Luis.

Inmediatamente los jóvenes empezaron a caminar hacia la calle más próxima. Sin embargo, se percataron de que los agresores los perseguían y les seguían apuntando con las armas. Además, les iban grabando y tomando fotografías. En ese momento, Luis llamó al 911 para solicitar ayuda. Pero la operadora le dijo que la patrulla no podría llegar hasta donde estaban, por lo que se tenían que dirigir a otra calle.

Las autoridades no hicieron nada

Cuando llegaron a una calle muy transitada solicitaron ayuda a un policía que estaba en la zona. Para sorpresa de las víctimas, el oficial se negó a darles auxilio, pues la solicitud que han pedido a través del 911 había sido cancelada momentos antes:

«Sí recibimos el aviso, pero como no había nadie que recibiera a la patrulla, su reporte fue cancelado».

Para presentar la denuncia correspondiente, los jóvenes gays se dirigieron al Ministerio Público, ubicado a un costado de Plaza Kukulcán. Al llegar les indicaron que tenían que llenar un formulario para iniciar la investigación y proceder al arresto de los agresores.

«Fue difícil. Un día que se supone debía ser padre se convirtió en una pesadilla. Todo por un tipo que porta un arma de fuego en un lugar público y que se siente con el poder de amenazar a otros».

Al día siguiente de la agresión, los dos hombres se dirigieron a Playa del Carmen, muy cerca de Cancún, esperando poder recibir la atención que merecían. Desafortunadamente, las autoridades les argumentaron que no podían hacer nada al respecto, pues son jurisdicciones diferentes.

Rechazo de la comunidad LGBT+

Esperando recibir ayuda u orientación, Luis compartió la noticia en un grupo LGBT+ de WhatsApp, en el cual hay diversas personalidades de la comunidad. Además, la publicó a través de su cuenta de Facebook.

Una vez más, para Luis fue lamentable que personas de la misma comunidad le hayan dado la espalda en un caso tan preocupante como la violencia, la inseguridad y la homofobia.

«Me da coraje. Nadie nos apoyó ni dijo nada. Los primeros días no quería salir del hotel. No me sentía seguro, solo hasta que volví a subir al avión».